El día que robé a Kafka por Alejandro Villaverde Viayra

Mi disposición natural tiende al pesimismo. El optimismo es una habilidad adquirida y un ejercicio consciente de mi parte.

Esa característica muchas veces atenta contra lo que escribo, sugiriendo tragedias con las cuales acosar a mis personajes. Esto no significa que esté en contra de los finales felices, sino que al menos en la ficción sólo pueden llegar si los protagonistas llegan al límite de sus capacidades y aún así existe la posibilidad de que fracasen.

Definitivamente no soy el primero en tener esos pensamientos, entre nombres famosos quedan Kafka y Ligotti convirtiendo a horror el sinsentido de la vida, los párrafos anteriores bien podrían ser paráfrasis de cosas que Yoko Taro o Genichiro Urobochi han expresado y la historia pudiera parecer un intento de crear (imitar) un Dazai occidental.

Los artistas presumimos nuestra propia originalidad. Esa fue la idea que decidí atacar en esta historia, porque va de alguien con una disposición incluso peor a la mía.

Incluso esta premisa es una iteración más del posmodernismo.

Imagen tomada de Pinterest Un impulso. Una caminata nocturna, dejando a la persona que soy en realidad guardada en casa. Hubo un tiempo que temí que alguien me reconociera, pero ahora ansiaba que hubiera alguien para reconocer esta cara. Cerraron la tienda de la esquina, la casa que estaba a un lado está abandonada ¿Cuántos […]

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